miércoles, 10 de junio de 2009

Prostitución y medios de comunicación

Prostitución y medios de comunicación. miércoles, 10 de junio de 2009

Se ha publicado recientemente una excelente serie de reportajes –EL PAIS- de los periodistas Mónica Ceberio y Álvaro de Cózar que muchos hemos leído con sumo interés, bajo el título de La explotación sexual en España, en esos reportajes se mostraba ese lado sórdido y oscuro de la prostitución que existe en nuestra sociedad. Suele ser habitual que cada cierto tiempo los medios de comunicación se interesen por la prostitución, es una realidad social lleno de historias humanas de sufrimiento y marginación y al mismo tiempo goza de un morbo que excita la curiosidad del lector. La crítica directa que ese concreto reportaje planteaba no sobre sino contra la prostitución, -denominada la esclavitud invisible- ha puesto en evidencia la contradicción, de que muchos medios que defienden en su línea editorial unos stándares de ética pública intachables sin embargo consientan en beneficiarse económicamente de los denominados anuncios de contactos sexuales, de los que se sirven los proxenetas para publicitar su mercancía. Es obvio que detrás de muchos de esos costosos anuncios1 se encuentran las redes de proxenetismo, que no vacilan en publicitarse con nombres comerciales y con reclamos explícitos. Es evidente la contradicción que supone, por un lado adoptar una línea de denuncia contra el proxenetismo en la sección de sociedad y por otro lado prestarle cobertura publicitaria a cambio sustanciosos beneficios en la sección de anuncios.Desde la reforma del Código Penal en el 2003 no podemos seguir hablando de la prostitución como de una actividad simplemente alegal. Si bien es verdad que el intercambio de sexo por dinero, entre adultos y consentido, es impune en nuestra ley penal, sin embargo en esa fecha se volvió a penalizar el proxenetismo –aunque fuera consentido- lo que viene a poner bajo sospecha de criminalidad la mayor parte de la actividad de prostitución que se ejerce en nuestro país y que sabemos se desarrolla bajo la dirección de proxenetas profesionales que perciben por ello lucrativos beneficios. Los medios de comunicación y las asociaciones involucradas en la defensa de las personas prostituidas denuncian que la prostitución organizada por proxenetas no para de crecer en España. El 85% y el 90% de las personas que se prostituyen en España son extranjeras, con simple visado de turista, y de acuerdo con informes policiales, ejercen la prostitución atrapadas en situaciones imposibles (deudas, cargas familiares, pobreza…) que las colocan a merced de sus proxenetas. Se calcula que se pueden prostituir en España del orden de 400.000 personas. En el mejor de los casos la prostitución se nutre de la pobreza, y en el peor, de la coacción y la amenaza de los proxenetas, que no solo trafican con personas sino en muchas ocasiones también lo hacen con drogas y con armas.2La cobertura publicitaria que le otorgan a esta actividad los medios de comunicación en España, con pocas excepciones, no se compadece con los criterios de ética profesional de diarios europeos de referencia como el Frankfurter Allgemeine, Le Monde, Daily Telegraph o The Guardian que hace mucho tiempo que no publican este tipo de anuncios.
Esta simbiosis entre medios de comunicación y proxenetismo interpela a la ética profesional de los directores de los medios, pero también a las Administraciones y poderes públicos que se sirven de esos mismos medios para contratar su publicidad institucional. Entre las medidas propuestas en su día por la Comisión Mixta de derechos de la mujer e igualdad estaba la siguiente: ? Solicitar a los medios de comunicación que en el marco de sus códigos deontológicos se planteen la renuncia a la publicidad relacionada con el comercio sexual para impedir el negocio de las organizaciones mafiosas dedicadas al comercio sexual. Esta solicitud por sí sola no ha parecido tener una buena acogida por parte de los medios que siguen dando cobertura a este tipo de publicidad. Entendemos que dar patente de “normalidad” a esa publicidad no coadyuva en absoluto a superar la imagen de la mujer como objeto de comercio sexual, y por otra parte contamina de alguna manera el espacio publicitario.¿Hasta qué punto es congruente que el Gobierno de España, o de Euskadi y Catalunya, o de nuestros Ayuntamientos compartan espacio publicitario con proxenetas que sabemos se lucran de la prostitución de otras personas?A partir de esta consideración me permito plantear la siguiente propuesta que rompería el círculo vicioso de colaboración entre prensa y proxenetismo: Excluir de la publicidad institucional a aquellos medios que abran sus páginas a la publicidad vinculada al proxenetismo. Evidentemente esta medida no resuelve todos los problemas pero puede suponer un freno al crecimiento descontrolado del negocio del proxenetismo y sería un primer paso para limitar los efectos indeseables del mismo, al mismo tiempo que salvaguardaría el ámbito de la publicidad de cualquier complicidad con el proxenetismo.


Javier Otaola Defensor de la ciudadanía-Herritarren Defendatzailea de Vitoria-Gasteiz.


1 Cfr. Ponencia de la Comisión Mixta sobre derechos de la mujer e igualdad. 2007: Los medios de comunicación también obtienen beneficios del negocio de la prostitución. La prensa de nuestro país obtiene importantes ingresos de la publicidad de prostitución. Las ediciones de los cuatro principales periódicos generalistas de nuestro país en un día laboral recogen un número de anuncios considerable (El País, 702, El Mundo 672, ABC 225 y 91 La Razón). El periódico con más tirada de este país ingresa entorno a 5 cinco millones de euros anuales
2 En el mismo sentido se ha pronunciado la Comisión Mixta de los Derechos de la Mujer y de la Igualdad de Oportunidades, en la Ponencia sobre la situación actual de la prostitución en España. (BOCG 24.5.2007), a saber:
La prostitución tiene una estrecha relación con los efectos negativos de la globalización económica y de los medios de comunicación, con la desigualdad económica y con el sistema patriarcal que muestra su mayor crudeza en los diferentes tipos de violencia de género entre las que se encuentran las diferentes formas de explotación sexual como la trata o el tráfico con fines de explotación o el turismo sexual.Forma parte de la expansión del comercio ilícito internacional y refleja la falta de adecuados controles que lo puedan frenar.

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