miércoles, 1 de septiembre de 2010

Capital de Euskadi

30 años capitales.


Nuestra ciudad, Vitoria-Gasteiz, cumple este año 30 años como sede de las instituciones de autogobierno, es decir, como capital de la Comunidad Autónoma Vasca. Efemérides que a muchos de nosotros nos llena de orgullo y por qué no decirlo, también de un punto de melancolía porque ese guarismo nos recuerda nuestra edad y la fugacidad del tiempo que pasa.

Yo fui uno de tantos que trasplanté mi biografía a los pies de la colina de Vitoria como consecuencia de la capitalidad, cuando me incorporé a la función pública vasca como Letrado, siendo Alcalde José Angel Cuerda. Desde entonces a acá, han sucedido muchas cosas que me han hecho querer a esta ciudad, en la que han nacido mis hijas, conocer y apreciar sus calles y sus gentes, su historia medieval y sus tradiciones festivas, su urbanismo de calidad y su anillo verde, su cohesión social y su estilo de ciudadanía. Hasta su clima.

Con motivo de la constitución de la última corporación un interesante artículo que buceaba en nuestra historia nos recordaba que nuestro actual primer regidor -según cálculo aproximado- hace el número 752 en la historia de la ciudad, desde la concesión del fuero por el rey navarro Sancho el Sabio. Eso nos demuestra que hay algo realmente profundo en el ser de nuestra ciudad, algo que se hunde en el fondo de los siglos y que de alguna manera permanece en nuestra Catedral Santa María, en nuestras murallas, y en el empedrado y las vecindades de nuestro Casco Medieval que nos recuerda que venimos de lejos. Vitoria ha sido muchas cosas que la han hecho lo que hoy es: gótica y renacentista, barroca, neoclásica y romántica, moderna y ahora, post-moderna. Decía Ortega y Gasset que nuestras ciudades europeas son como palimpsestos, como viejos pergaminos, escritos y reescritos a lo largo del tiempo, en los que junto a la grafía del hoy más inmediato se nos aparecen, a ratos, textos y relatos del pasado. Por eso nuestras ciudades europeas, a diferencia de las grandes urbes motorizadas de Norteamérica, por ejemplo, tienen un peso y una estabilidad comunitaria desconocida en otros lares. Vitoria es un buen ejemplo de esas ciudades europeas, como Estrasburgo, Gante, Salzburgo, Florencia, Pistoia…ciudades “retroprogresivas” arraigadas en su pasado pero proyectadas hacia el futuro.

Hace treinta años nuestras instituciones de autogobierno eran “recién nacidas”: el Parlamento Vasco/EuskoLegebiltzarra, la sede administrativa de Esuko-Jaurlaritza en Lakua, la Lehendakaritza, la Academia de la Ertzaintza dieron a Vitoria-Gasteiz un nuevo estilo, una nueva proyección, atrajeron a cientos de hombres y mujeres, parejas jóvenes que decidieron instalarse en nuestra ciudad y realizar aquí su proyecto vital, estrecharon nuestros lazos humanos, políticos y económicos con Vizcaya y con Guipúzcoa y nos comprometieron con un proyecto de convivencia nuevo que pretendía superar nuestro pasado cainita, lo que no hemos conseguido, todavía, por causa del fanatismo terrorista de ETA que tanta sangre inocente ha derramado. La ciudad no olvida a las víctimas: Fernando Buesa, Jorge Díaz Elorza…y tantos otros.

La fisonomía de nuestra ciudad se ha transformado, han aparecido nuevos barrios, -Zabalgana, Sailburua- se ha peatonalizado el centro urbano, se ha levantado una red de Centros Cívicos con prestaciones múltiples, culturales, deportivas, sociales, el tranvía recorre la ciudad,…han llegado nuevos ciudadanos y ciudadanas desde otros horizontes, y el vitorianismo se ha hecho cosmopolita en muchos sentidos, sin perder por ello el apego a sus tradiciones aunque como relata con nostalgia Pedro Moya en su libro Adios Vitoria, algunas cosas se hayan ido para no volver.

Nuevos proyectos esperan su puesta en marcha en un futuro próximo. Nuevas oportunidades, nuevos retos.

Entre las cosas que han pasado durante este tiempo, una de las más importantes para mí ha sido que la Corporación, presidida entonces por el Alcalde Alfonso Alonso, me propusiera en su día como Síndico-Herritarren Defendatzailea, y que posteriormente una nueva Corporación, presidida por el Alcalde Patxi Lazcoz me renovara su confianza por unanimidad. Durante estos años escuchando a los vecinos y vecinas que se han acercado la Oficina del Síndico he intentado -según mi leal saber y entender- escuchar a todos y ayudar a mejorar nuestros servicios públicos, proponiendo rectificaciones, dando paso a nuevas fórmulas, atendiendo las consideraciones de la ciudadanía cuando está cargada de razón.

Esta tarea me ha permitido conocer de primera mano, a través de tantos encuentros, -más de mil quinientas entrevistas individuales y colectivas-, a muchos ciudadanos y ciudadanas de Vitoria-Gasteiz, que me han trasladado su experiencia de la ciudad no sólo en aquello que les lleva a quejarse o a sugerir mejoras sino también en aquello que les lleva a confiar en sus ediles y en sus servidores públicos.

Haec est Victoria quae vincit.

Javier Otaola.- Sindico-Herritarren Defendatzailea

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