miércoles, 1 de septiembre de 2010

El velo desvelado.- Javier Otaola

El velo desvelado.




El Consejo de Estado francés, que hace las veces de Tribunal Constitucional en la V República Francesa, acaba de informar de la dificultad legal de prohibir el uso del velo integral en el espacio público. Esa medida con carácter general –dice- violaría la Constitución francesa y la Convención europea de los Derechos Humanos.

La cuestión ha sido planteada por decisión del Presidente Nicolas Sarkozy que se ha comprometido a prohibir el burka en el espacio público; una comisión parlamentaria ha estado estudiando la medida desde hace seis meses y ha realizado el pasado mes de enero quince recomendaciones respecto a la forma y el modo en que se podría plantear legalmente la cuestión resolviendo que la medida se limitaría a los velos que cubran todo el rostro.

El Consejo de Estado ha dicho que “no existe una base legal clara que permita una prohibición general y absoluta del velo”.

De todas formas llevar un vestido que cubra todo el cuerpo, incluido el rostro, ya está prohibido en determinados casos en Francia: a los funcionarios públicos en ejercicio de sus funciones, en las escuelas y en los centros de trabajo cuando esa vestimenta puede interferir con el trabajo.

El Consejo de Estado ha señalado que puede haber casos concretos en los que este tipo de vestimenta pueda prohibirse: en todos aquellos casos en que se vea comprometida la seguridad pública, o en centros comerciales donde la venta de ciertos productos requiera la comprobación de la edad, así como ante los tribunales, colegios electorales, ayuntamientos o en la recogida de niños en las escuelas…

Entre nosotros esta historia del control legal de la vestimenta está asociado históricamente al nombre del Marqués de Esquilache ilustre e ilustrado ministro de Carlos III que se ha hecho famoso en la Historia de España por haberse propuesto la supresión del uso de la capa larga y el chambergo (sombrero de ala ancha) en la Villa y Corte con el argumento de que con ese embozo, usado a modo, el personal se ocultaba el rostro y protegidos por el anonimato era fácil que algunos indeseables cometieran todo tipo de delitos, abusando además de la posibilidad de esconder armas entre los ropajes. El motin de Esquilache demostró que a veces las buenas intenciones ingenuamente aplicadas muchas veces acarrean malas consecuencias. El sabio Julián Marías ya advertía de lo violento que puede llegar a ser la reacción ante la regulación de los denominados usos y costumbres personales ya que ese tipo de regulación –muy del gusto de los totalitarismos- es sentida como una invasión de la esfera íntima de la persona. De ahí la imperiosa exigencia de que el legislador actúe con la mayor delicadez en todo lo que toca a ese ámbito, el cuerpo, la ropa, el lenguaje, la imposición de determinados tratamientos, nombres, saludos, vestimentas, peinados, distintivos, marcas, uniformes…



En su intervención ante las dos Cámaras, reunidas en sesión conjunta en Versalles, el pasado verano el Presidente Sarkozy, ya anunció su propósito con toda claridad: “En nuestro país no podemos aceptar que las mujeres sean prisioneras detrás de una pantalla que las separa de toda vida social y les priva de su identidad”.

El peligro de estas buenas intenciones es, como en el caso de Esquilache, que por invadir espacios tan personales como la vestimenta se provoquen efectos contraproducentes. No tengo –personalmente- simpatía por el velo islámico, y el burka se me hace insoportable, pero sí la tengo por la libertad de la conciencia personal y creo que una sociedad abierta debe usar la prohibición y la coacción legal como última medida.

En Francia se calcula que unas 5.000 mujeres portan ese tipo de velo integral.



Javier Otaola

Síndico-Herritarren Defendatzailea de Vitoria-Gasteiz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario