martes, 16 de marzo de 2010

La Carta de Salvaguarda de los derechos humanos en la ciudad.

La ciudad, garantía de derechos




La ciudad es uno de los grandes inventos de la Humanidad, en todo caso es un lugar que atrae a las personas, así ha sido siempre, la ciudad es además el lugar de los encuentros y los conflictos y es el espacio político en el que se hacen mas visibles las instituciones creadas para proclamar y defender los derechos humanos declarados universales en la ciudad de San Francisco en 1948.

Hoy más que nunca cuando se ha alcanzado por primera vez la mayor cifra de personas que viven en medio urbano de la historia del planeta. Incluso aquellos que viven en el campo, en los bosques o en las grandes extensiones despobladas de la Tierra viven, gracias al desarrollo prodigioso de los medios de comunicación y de las tecnologías, conectados a la ciudad. Este hecho de la hegemonía de lo cívico y lo urbano no puede dejar de tener significados que van más allá de lo aparente. La forma de habitar el Mundo nos constituye como seres humanos, somos precisamente habitando y la ciudad es nuestro hábitat más característico.

La ciudad, civitas/polis, que da nombre a “civilización”, “civil”, “cívico”, “ciudadano”, “política”, “policía”, “politesse” … como declara la Carta de Salvaguarda de los Derechos Humanos en la Ciudad ( Saint Denis 2000) “es el espacio de todos los encuentros por lo tanto de todas las posibilidades…/… es el terreno de todas las contradicciones y de todos los peligros: en el espacio urbano de fronteras inciertas aparecen todas las discriminaciones ancladas en el paro, la pobreza, el desprecio de las diferencias culturales mientras que al mismo tiempo se esbozan y se multiplican prácticas cívicas y sociales de solidaridad”.

La ciudad es el espacio público por excelencia, es un espacio de uso intensivo en el que se cruzan todos los días y en cada calle gentes, hombres y mujeres de diferente condición, con diferentes proyectos biográficos, diferentes horizontes ideológicos o religiosos y sin embargo conciudadanos. La ciudad es el espacio de la diferencia y la pluralidad, de ahí que civilización signifique precisamente gestión civil (ni militar, ni sacerdotal ) de las diferencias. De ahí que el bien mas preciado sobre el que se funda la ciudad sea precisamente la convivencia.

La ciudad moderna y aún mas la postmoderna urbe de este siglo XXI no tiene ya murallas y portazgos, pero como la ciudad medieval se amuralla simbólica e institucionalmente contra la violencia; la estirpe de Caín, fundadora de ciudades que levanta precisamente sobre la vergüenza de su crimen originario, con el pacto expreso que dicho crimen no puede volver a repetirse. La ciudad con todos los servicios que presta a los ciudadanos se amuralla tras las paredes de la “amistad civil”, tras ese pacto de obligación universal de asumir la resolución de nuestros conflictos mediante el derecho y la confrontación política.

El 17 de Octubre de 1998 un conjunto de ciudades europeas, en Barcelona, suscribieron un compromiso para promover los derechos en el ejercicio de sus potestades municipales, esas ciudades eran: Anvers, Badalona, Barcelona, Belfast, Berlin, Bordeaux, Bruxelles, Cornellà de Llobregat, San Sebastián, Genève, Gernika, Gijon, Girona, Granollers, Kirklees, Hospitalet de Llobregat, Ljubljana, Lérida, Logroño, Mataro, Nuremberg, Orléans, Palermo, Palma de Mallorca, Perpignan, Reading, Riga, Roma, Sabadell, Saint-Denis, Santa Coloma de Gramenet, Santiago de Compostela, Stockholm, Strasbourg, Turin, Irun, Venise, Vitoria-Gasteiz, Varsovia, Zaragoza, Zgierz.

Precisamente como consecuencia de esos compromisos nuestras ciudades han puesto en marcha la figura de los Defensores o Síndicos ciudadanos para velar porque en el cumplimiento diario de las muchas competencias municipales que afectan a nuestra vida, estas competencias no se ejecuten de una manera rutinaria sino que se hagan con una sensibilidad cada vez más próxima a los derechos e intereses de los ciudadanos y ciudadanas concretas.

En esta tarea estamos comprometidos.

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